En una mirada al pasado, la Plaza González Arratia fungió en los años 30 como un gran mercado donde se podría encontrar desde fruta, verdura, carne, flores y destaca negocios como la “Fonda Carlotita” que recibía a estudiantes abonados y a políticos como el ex gobernador Carlos Hank González.
De acuerdo a la descripción del cronista Atanasio Serrano, la plaza en mención fungió como un mercado público con cuatro entradas, por la calle de 5 de febrero, Nigromante, Nicolás Bravo e Independencia, donde por cierto comentó había oficinas públicas de la delegación federal de la Secretaría de Cultura y Ganadería, así como del gobierno estatal.
Narró que en toda la calle de Nicolás Bravo había muchos negocios emblemáticos como una tienda de licores de Tenancingo, una gran Casa Abarrotera llamada Gama que era propiedad de una familia de Zacualpan, así como una peluquería de categoría.
“La peluquería afrancesada era de categoría para los grandes caballeros, comerciantes y uno que otro diputado. Tenía asientos y sillones de piel, y obviamente no cualquiera entraba ahí”, mencionó Atanasio Serrano.
También informó que en la zona de comidas de este mercado, destacó en aquel entonces la “Fonda Carlotita”, que recibía a estudiantes abonados, y entre sus clientes sobresalió el ex gobernador mexiquense Carlos Hank González, quien posteriormente años después mandó a remodelar.
Inclusive, detalló que a él, le tocó comer en esta fonda, ya que mediante la compra de una tarjeta que te duraba un mes, podías desayunar, comer y cenar en esta fonda, por cierta cantidad de dinero.
“Era un mercado que tenía de todo, tenía una zona de comida, vendían fruta, jugos, verdura, y estaba rodeado por comercios a su alrededor, así como oficinas de el Nacional Monte de Piedad”, añadió.
De hecho, indicó que de la calle 5 de Febrero hacía Aquiles Serdán, se encontraba el hotel conocido como La Casa del Risco propiedad de una familia Pliego, donde se cuenta se hospedaron los emperadores Maximiliano y Carlota.
Ahí cerca, recordó, en la esquina de 5 de Febrero y Nigromante, se encontraba la cantina Los Cuervos, aunado a un consultorio dental, papelerías y tlapalerías, tales como La Palma.
Una tradición particular de aquellos tiempos, relató Atanasio Serrano, era que cada 5 de Febrero el día de la Constitución, los locatarios organizaban una kermes, donde regalaban los bocadillos y ofrecían incluso una función de box.
“Era una kermes tradicional donde había cárcel para los borrachitos, matrimonios para los novios y todo lo que tiene que ver con aquellas verbenas populares”, recalcó el cronista y colaborador de este diario.
También, manifestó Atanasio Serrano que los festejos por Día de Muertos, eran muy coloridos, ya que el primero y dos de noviembre, la calle de Nicolás Bravo de Hidalgo hasta Independencia, se ofertaban diversas flores para estas fechas.
Sobre el final de este mercado y su posterior transformación a la Plaza González Arratia pasando por la construcción y operación del Cine Coliseo, Atanasio Serrano señaló que su demolición se dio en la gestión de José Antonio Muñoz Samayoa, en el año de 1978 a 1981.