El presidente francés Emmanuel Macron, nombró el viernes a su aliado centrista François Bayrou como primer ministro en un esfuerzo por abordar la profunda crisis política del país, después que una histórica votación parlamentaria destituyera al anterior gobierno la semana pasada.
Bayrou, de 73 años y un socio crucial en la alianza centrista de Macron, ha sido una figura conocida de la política francesa durante décadas. Su experiencia política se considera clave en los esfuerzos para restaurar la estabilidad, ya que ningún partido tiene mayoría en la Asamblea Nacional.
La oficina de Macron indicó en un comunicado que Bayrou “ha sido encargado para formar un nuevo gobierno”.
El ex primer ministro Michel Barnier renunció la semana pasada tras una moción de censura provocada por disputas presupuestarias en la Asamblea Nacional y dejó a Francia sin un gobierno funcional. En un discurso a la nación, Macron prometió la semana pasada que permanecerá en el cargo hasta el final de su mandato en 2027.
Se espera que Bayrou sostenga conversaciones con líderes políticos de varios partidos en los próximos días para elegir a los nuevos ministros.
La tarea luce desafiante porque la alianza de centro de Macron no tiene mayoría parlamentaria y el gabinete de Bayrou dependerá de legisladores moderados de izquierda y derecha para mantenerse en el poder. Se espera que algunos conservadores formen parte del nuevo ejecutivo.
La estrategia de Macron tiene como objetivo evitar que la líder de ultraderecha Marine Le Pen tenga el poder de “decidir” sobre el gobierno. Le Pen colaboró en la destitución de Barnier al unir las fuerzas de su partido, Agrupación Nacional, a las de la izquierda para aprobar la moción de censura la semana pasada.
El presidente de Agrupación Nacional, Jordan Bardella, dijo el viernes que su partido adoptará por ahora una actitud de espera.
“Nuestras líneas rojas siguen ahí, no van a cambiar”, advirtió.
Funcionarios de Agrupación Nacional, incluida Le Pen, han dicho que quieren que cualquier nueva ley presupuestaria preserve el poder adquisitivo del pueblo francés.
El nombramiento de Bayrou también está en línea con los esfuerzos de Macron para construir un pacto de no agresión con los socialistas para que se comprometan a no votar en contra del gobierno en cualquier futura moción de censura.
Mathilde Panot, líder del grupo de izquierda radical Francia Insumisa en la Asamblea Nacional, criticó el nombramiento de Bayrou en un mensaje en X como “la continuidad de las malas políticas (de Macron)”. Dijo que su partido está listo para votar nuevamente por una moción de censura contra el nuevo gobierno.
Bayrou encabeza el Movimiento Democrático, conocido como MoDem, que fundó en 2007.
En 2017, apoyó la primera candidatura presidencial de Macron y se convirtió en un socio importante en la alianza centrista del presidente francés.
En aquel momento, fue nombrado ministro de Justicia, pero renunció rápidamente al cargo en medio de una investigación por presunta malversación de fondos del Parlamento Europeo por parte del MoDem.
Bayrou fue absuelto este año del caso por un tribunal de París, que halló culpables a otros ocho funcionarios del partido y condenó al partido a pagar una multa.
El nuevo primer ministro francés se dio a conocer cuando fungió como ministro de educación entre 1993 y 1997 en un gobierno conservador.
Fue candidato a la presidencia en tres ocasiones, en 2002, 2007 y 2012.
Primer paso en la cuerda floja
En su primer pronunciamiento público tras la designación, Bayrou se declaró preparado para emprender el “largo camino” hacia la reconciliación, y citó al expresidente François Mitterrand tras su elección en 1981: “Por fin los problemas están comenzando”.
En su caso, sin embargo, podría ser no un comienzo sino una continuación de los conflictos, porque la izquierda, que en las conversaciones con Macron en el Elíseo había condicionado su apoyo a la designación de un primer ministro de sus filas, ha reaccionado con un rechazo casi unánime a la decisión.
Solo Fabien Rousel, secretario general del Partido Comunista Francés, se declaró dispuesto a trabajar con Bayrou si se mantiene el compromiso de no acudir al 49.3, el artículo que permitiría a Macron tomar decisiones por decreto, un recurso que la oposición ha calificado como una “brutalidad antidemocrática”.
La secretaria general de los Ecologistas, Marine Tondelier, calificó el nombramiento de Bayrou como un “espectáculo desesperado”. “Ya no es política, es un mal teatro de bulevar. Pobre Francia”, escribió en su cuenta en X.
Francia Insumisa, que se quedó por fuera del grupo en el que se integró la izquierda para llevar adelante conversaciones con Macron esta semana, amenazó con una nueva moción de censura, de acuerdo con su líder parlamentaria Mathilde Panot, quien acudió a su cuenta en X para dejar claro que “los diputados tendrán dos opciones: el apoyo al rescate de Macron o la censura. Nosotros hicimos la nuestra”.
¿Hecho a la medida de las circunstancias?
Bayrou podría ser el hombre perfecto para el momento político que atraviesa Francia. Apoyó al socialista François Holland en las elecciones presidenciales de 2012, pero antes había sido por cuatro años ministro de Educación de dos Gobiernos conservadores, los de François Mitterrand y Jacques Chirac, y además tiene buenas relaciones con Marine Le Pen.
Atravesó su propia tormenta personal. Nombrado ministro de Justicia por Macron, tuvo que renunciar a su cargo en medio de una investigación por supuesta malversación de fondos del Parlamento Europeo por parte de Movimiento Democrático. Sin embargo, este año fue absuelto por un tribunal de París, que sí condenó a otros ocho funcionarios del partido.
Su experiencia política es considerada clave para sortear el estancamiento que atraviesa Francia, y lograr los acuerdos necesarios en un entorno en el que no hay mayorías claras en el Parlamento. Si eso conduce o no al objetivo de Macron de que el primer ministro se mantenga hasta el fin de su mandato presidencial en 2027, dependerá de su habilidad para enfrentar las posiciones adversas que lo reciben a su llegada a Matignon.