Su último puesto de trabajo formal, don Daniel Lozoya ya no lo recuerda. Casi toda su vida la ha trabajado en las calles, en una banqueta, donde instala unos huacales con ciruelas y palanquetas.
“Antes me iba a otros lados, fuera de la ciudad, incluso del estado, pero mejor aquí”, explica don Daniel y levanta la cara y dice que es difícil pero sería más si no hiciera nada.
“Primero Dios, sacamos para el pasaje y para llevarle de comer a mi viejita”, explaya el vendedor, a quien le sobra un trecho de banqueta y le faltan los clientes.
Es un hombre de 67 años, mediano de estatura con las manos moldeadas por el trabajo duro. El cabello canoso por esos 67 años que lleva en la espalda y un cubrebocas que no se quita mientras despacha y mientras habla.
“A mi esposa le detectaron Cáncer, por eso estuvo enferma mucho tiempo”, dice don Daniel y no deja de mover las manos empacando las ciruelas a las bolsas.
No sabe dónde ni cuándo se enfermó su esposa pero fue un hecho que la enfermedad la debieron combatir con quimioterapias durante ocho meses. Un ir y venir del hospital general de la Ciudad de México, pagar taxis de ida y vuelta que salían casi al mismo costo de la consulta médica.
“Fueron como ocho meses, pero se curó, eso es lo bueno”, dice positivo el vendedor.
Y el comerciante hace fila a lo largo de la avenida Morelos para poder vender, igual que todo el resto, prestos para levantar todo de un tajo y correr a otra esquina, donde no pasen los inspectores.
UNA VENTA DIARIA
De lunes a domingo don Daniel originario de San Pedro Totoltepec, a partir de las 12:00 horas de instala a vender en la esquina de Morelos con Benito Juárez en el centro de Toluca.
Ofrece palanquetas, palomitas y ciruelas que surte a veces a crédito. «Aquí tengo ya más de siete años, ningún dia descanso», explica don Daniel.
Debido a que su esposa enfermó, don Daniel debió pedir prestado para atenderla, por lo que parte de sus ganancias son para cubrir los gastos y medicamentos que aún tiene su esposa.
Su situación laboral es precaria pues debe trabajar sobre la banqueta y solo cuando no lo levanta el personal de inspección de la dirección de Gobernación municipal.
«Algunas personas luego me ayuda, pero yo lo quiero mejor es que vengan los clientes, yo no pido dinero, pido que me compren mi mercancía para tener trabajo», asegura la persona de la tercera edad.