TOLUCA, Méx., febrero 2 (EL UNIVERSAL).- «La pandemia me dejó sin clientes, pasé de vender 200 tamales al día a hacer sólo un bote con 30 y hubo días que no los vendía y terminaba regalándolos», afirmó Olga Jaimes Garduño, quien forma parte de la tercera generación de mujeres que se especializó en la elaboración de este alimento prehispánico en la capital mexiquense.
Este 2 de febrero Día de La Candelaria «será como un respiro», porque con la caída de las ventas muchos «días me la pasé llorando», al no tener clientes afirmó Olguita, como todos la conocen en Toluca.
«Tamales en cualquier esquina, pero como los míos no», afirmó orgullosa, al señalar que forma parte de la tercera generación de mujeres que se han especializado en la elaboración de este alimento ancestral elaborado con maíz envuelto en hojas de mazorca.
Desde hace más de 100 años, “en 1913 mi abuelita Macaria Fuentes empezó a elaborar y vender tamales en Toluca, en tiempos de la Revolución Mexicana, ella fue pionera en esto, en la esquina de las calles Independencia y Aldama.
El dueño del edificio más viejo de Toluca, el de la mercería La Violeta, invitó a mi abuela y después a mi madre a resguardarse de la lluvia, bajo ese negocio. Sitio en el que la venta de tamales de esta familia se ha mantenido por décadas «y ahora son considerada como parte de las tradiciones de Toluca», afirmó Olga Jaimes.
«Nunca he tenido un local, siempre he vendido en un lugar semi fijo», por lo que en la pandemia por el cierre del centro histórico de Toluca «tuve que dejar mi lugar y a toda mi clientela, porque ahí han comido tanto políticos como gente de alcurnia, que conocen «los tamales de la Violeta».
Para este día de la Candelaria, Olguita pidió el apoyo de sus hijas, porque espera que sea un día bueno y pueda vender al menos 500 tamales tradicionales, de salsa roja, verde y los llamados «canarios» elaborados con mantequilla y leche condensada, envueltos en hoja de maíz, luego de que las ventas decayeron.
En otros años, el 2 de febrero cientos de personas formaban fila en «los tamales de la Violeta» y llegaba a vender más de mil envueltos, esta vez «bendito Dios, me llegaron pedidos de mis clientes» y Olga planea vender la mitad de lo que le compraron el año pasado, que será «como un respiro», en esta crisis.