Giorgio Armani, el afamado diseñador de moda italiano, murió este jueves a los 91 años en la ciudad de Milán, Italia, anunció la compañía que creó.
«Con profundo pesar, el Grupo Armani anuncia el fallecimiento de su creador, fundador e incansable impulsor: Giorgio Armani», declaró la casa de moda en un comunicado.
El diseñador presentaba problemas de salud desde hacía tiempo. En junio pasado, su condición lo forzó a abandonar, por primera vez en su carrera, los desfiles de la Semana de la Moda Masculina de Milán.
Armani era sinónimo de estilo y elegancia, y se lo considera el primer diseñador desde Coco Chanel que provocó un cambio duradero en la forma de vestir.
Nacido en la época de la preguerra, caracterizada por tradiciones y estilos rígidos, las creaciones de Armani contribuyeron a posibilitar la creciente fluidez social de la segunda mitad del siglo XX.
Se le recordará principalmente por reinventar el traje, feminizándolo para los hombres y popularizándolo para las mujeres.
Armani eliminó las restricciones y limitaciones de los estilos más rígidos que lo precedieron, haciendo que los hombres se sintieran sofisticados y las mujeres, empoderadas en el ámbito laboral.
Se le ha llamado el «primer diseñador posmoderno», y en muchos sentidos, fue un revolucionario.
De hecho, el italiano no solo será recordado por sus diseños, sino también por su perspicacia para los negocios. No en vano creó un imperio que hoy factura unos US$ 2.700 millones al año y que, además prendas de vestir, abarca sectores como la belleza, las fragancias, la música, el deporte e incluso la hostelería de lujo.
Su verdadera escuela
Armani nació en Piacenza, al norte de Italia, el 11 de julio de 1934, en el seno de una familia de clase media, pero sufrió las secuelas de la Segunda Guerra Mundial y padeció hambre.
De niño estuvo a punto de perder su vida al jugar con unos proyectiles de artillería sin explotar. Uno estalló y sufrió quemaduras graves, mientras que un amigo cercano murió.
«La guerra», diría más tarde, «me enseñó que no todo es glamuroso».
De joven, Armani estuvo a la deriva.
En 1956, comenzó la carrera de medicina, pero la abandonó a los tres años y se alistó en el Ejército, algo que también le duró poco.
Encontró trabajo como escaparatista en La Rinascente, unos grandes almacenes de Milán, donde ascendió rápidamente.
La mayoría de los diseñadores aprenden su oficio como aprendices de maestros consagrados o en las escuelas de moda, pero Armani se formó en el taller.
Aprendió qué telas les gustaban a los clientes e iba a las fábricas textiles a comprarlas. Se convirtió en un experto en tejidos y utilizó sus conocimientos para perfeccionar la sastrería.
Al poco tiempo Armani estaba trabajando para Nino Cerruti, un influyente diseñador de alta costura. En cuestión de meses, Cerruti le pidió reestructurar su empresa.
La clase media de los años 1960 no podía permitirse la alta costura, pero anhelaba un estilo propio, elegante y distintivo.
Con su experiencia en tejidos, Armani ofreció una respuesta. Sus finas telas hicieron posible una línea de ropa masculina con cortes limpios y precisos que podían fabricarse a gran escala.
Su estilo distintivamente italiano comenzó a influir en la forma de vestir de la gente de moda.
En 1966, Armani conoció a Sergio Galeotti, un joven aprendiz de arquitecto. Galeotti pronto abandonó su carrera y comenzó a trabajar al lado de su amante.
El reinventor del traje
Con una confianza inmensa en la capacidad de Armani, Galeotti lo animó a emprender su propio camino y lo ayudó financieramente al vender su Volkswagen.
Empezaron con poco: su primera oficina era tan lúgubre que Armani quitó las pantallas de las lámparas para poder ver las telas. Pero su trabajo supuso una revolución en la moda.
El diseñador hizo más fuerte a la ropa femenina y suavizó la masculina, incluso haciendo los trajes para hombres más sensuales.
Esto reflejaba un cambio en la forma en que los hombres se veían a sí mismos en la década de 1960, pero aún no se había plasmado en la moda.
Y con la incorporación de más mujeres al mercado laboral, Armani vio una oportunidad.
«Me di cuenta de que necesitaban una forma de vestir equivalente a la de los hombres», dijo.
«Algo que les diera dignidad en su vida laboral», agregó.
Con los elegantes trajes de Armani, se ofreció a las mujeres una alternativa a los vestidos rígidos y sofocantes que sus madres usaban para ir a trabajar.
Sus creaciones irradiaban feminidad, pero eran una poderosa declaración de igualdad.
Hollywood como aliado
En 1978, firmó un acuerdo con el fabricante de ropa GFT, lo que le permitió producir prêt-à-porter de lujo en grandes cantidades.
Al mismo tiempo, Armani logró un gran éxito de marketing.
Obtuvo un contrato para vestir a Richard Gere en la película American Gigolo. En casi todas las escenas de la cinta de 1980, la atractiva figura del actor aparece de pies a cabeza vestida de Armani.
Con los años comprendió el poder de la publicidad y vistió a algunas de las estrellas más importantes del cine y de la música para las alfombras rojas. Julia Roberts, Cate Blanchett, Lady Gaga y Zendaya fueron algunas de las que llevaron sus creaciones en galas como los Oscar.
En 1985, Galeotti falleció a causa de SIDA a los 40 años.
Hombre profundamente reservado, Armani se encerró en sí mismo y consideró la jubilación. Finalmente, decidió perseverar en lugar de «abandonar todas las esperanzas de Sergio».
En una inusual entrevista en 2001, le preguntaron a Armani sobre el mayor fracaso de su carrera. «No haber podido evitar la muerte de mi socio», respondió.
Construyendo un imperio
Sin familia, Armani dedicó su vida a expandir su imperio.
Mientras los conglomerados de la moda compraban otras marcas, Armani se resistía a la inversión externa y convirtió a su empresa en el vasto negocio global que es hoy, y mantuvo el control de sus finanzas y creatividad. Esto lo convirtió en multimillonario.
En el año 2000, el Museo Guggenheim de Nueva York albergó una exposición de su obra.
La muestra reconoció la poderosa influencia de Armani en el cambio social del siglo anterior y afirmó con valentía que «el diseño (de moda) podía ser arte».
Pero no solo revolucionó los atuendos, sino cómo se mostraban. Así, prohibió que modelos de bajo peso participaran en sus desfiles cuando una de ellas, Ana Carolina Reston, falleció de anorexia en 2006.
El diseño de hoteles se incorporó a su portafolio con la inauguración del Burj Khalifa en Dubái en 2010. El propio Armani ideó los interiores.
Apasionado del deporte, también diseñó los trajes para el club de fútbol inglés Chelsea y la selección inglesa, y confeccionó los uniformes que el equipo olímpico italiano vistió en los juegos de 2012.
Hasta el final
Pero su carrera no estuvo exenta de sobresaltos. En 2014 tuvo una disputa pública con la editora de Vogue de Estados Unidos, Anna Wintour, cuando esta no asistió al lanzamiento de su nueva temporada ese año.
La todopoderosa Wintour alegó un conflicto en su diario, pero circuló la versión de que ella creía que «la era Armani había terminado». Los hechos le probaron lo contrario.
Al entrar en su décima década, Armani continuó presentando nuevas colecciones en las pasarelas de París y Milán.
En marzo de 2025, declaró que su desfile en Milán buscaba calmar las turbulentas aguas de la política global.
«Quería imaginar una nueva armonía», declaró, «porque creo que es lo que todos necesitamos».
En persona, era estilizado y profesional.
La revista New York lo describió como «notoriamente disciplinado», y «dedicado a un autocontrol y una autocontención que pueden transmitir frescura».
A lo largo de su carrera, sus estilos se mantuvieron en sintonía con una sociedad en constante evolución gracias al agudo sentido de la orientación social que adquirió en los grandes almacenes milaneses.
Para él lo importante eran los clientes y sostenía que un buen diseñador debía adaptarse a sus necesidades cambiantes.
Durante 65 años, Armani se dedicó a esa tarea. Y amasó una fortuna estimada por Forbes en US$ 13.000 millones.
«Nunca estoy satisfecho», declaró una vez a un periodista.
Y agregó: «De hecho, como alguien siempre insatisfecho y obsesivo en su búsqueda de la perfección, nunca me rindo hasta lograr los resultados que deseo».
La historia lo recordará justamente por ello.