Circunscritos a la formación política de las dos principales entidades que forman la Zona Metropolitana del Valle de México, es decir, CDMX y Edomex, se remonta a los primeros años de la vida independiente de México, cuando una vez terminado el primer Imperio mexicano, la recién proclamada República comenzó a perfilar la arquitectura institucional de las otrora intendencias virreinales en nuevas demarcaciones con mayores atribuciones y diferente lógica.
Desde entonces, la relación entre ambas entidades ha sido por demás compleja e intrincada, sin embargo, en la época contemporánea, donde lejos de aprovechar la confluencia del antes partido hegemónico PRI, a nivel federal y a nivel local en ambas entidades, el Distrito Federal gozó de condiciones excepcionales como entidad federativa para su desarrollo, y en cambio, el Edomex se vio condenado al abandono de gran parte de su territorio y población, generando problemáticas asociados a la expansión de la mancha urbana de la capital del país fuera de su demarcación política, pero sin planeación territorial y con un desdén por el territorio y sus gobernados que hacen casi inexplicable el dominio ininterrumpido que mantuvo el partido del Estado.
Un gran ejemplo de esta serie de oportunidades desperdiciadas la podemos encontrar en el Tren Interurbano México-Toluca, proyecto rescatado por el gobierno de México de López Obrador, que originalmente fuera uno los tantos compromisos firmados ante notario público por el entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto en la campaña (2012) a la Presidencia; que junto a muchas otras promesas incumplidas mostró la incapacidad del neoliberalismo (made in Atlacomulco) por concretar un proyecto en favor de la capital nacional y la capital mexiquense.
El proyecto de conexión ferroviaria interurbana entre ambas ciudades fue retomado por la 4T, y en la Ciudad de México por Claudia Sheinbaum, y rebautizado como El Insurgente; una vía férrea que cuenta con siete estaciones y 57.7 kilómetros, viajarán más de 230 mil usuarios al día conectando la zona metropolitana de Toluca con el poniente de la CDMX. Tras casi diez años, el pasado 15 de septiembre fue inaugurada por el presidente López Obrador la primera etapa, que comprende cuatro estaciones: Zinacantepec (terminal), Toluca Centro, Metepec y Lerma, todas en el Estado de México y para las que se han invertido 62 mil millones de pesos; en 2024 será completada y puesta en operación la segunda etapa: Santa Fe, Vasco de Quiroga y Observatorio (terminal) en Ciudad de México.
Como ya lo he expuesto con anterioridad, la inversión de capital en infraestructura para la movilidad tiene un impacto positivo en la actividad económica, pues el transporte forma parte del último engranaje de la cadena industrial y el primero de la cadena comercial. El Insurgente será pionero en llevar el primer sistema de transporte público masivo a dos importantes centros urbanos, Toluca y Sant Fe, su construcción ha generado seis mil 500 empleos directos y 18 mil indirectos y tendrá un impacto positivo en la vida de cinco millones de habitantes de la ZMVM.
Pese a ser una magna obra, con tecnología de punta y un sistema amigable con el medio ambiente, El Insurgente es apenas el cimiento —junto al AIFA— de la infraestructura que permita desarrollar al Estado de México, pues es innegable la deuda histórica con esta entidad del país, la más poblada con sus más de 16 millones de habitantes (13.5% de la población nacional) de los que lamentablemente 42.88% vive en pobreza.
En términos de PIB, la Ciudad de México aporta 15% del total nacional y el Estado de México se ubica como la segunda entidad en aportación del país con 9 por ciento. El Insurgente consolida la región como un nodo logístico con acceso a un mercado potencial de más de 25 millones de personas. Asimismo, hasta antes de la pandemia, la demanda de inmuebles para el sector logístico acaparó 47.6% del mercado industrial del poniente de la Ciudad de México (Cuajimalpa y Álvaro Obregón) y de la zona metropolitana del Valle de Toluca (Toluca, Metepec, Zinacantepec, Lerma de Villada y Tenango del Valle). El Insurgente es el primer tren interurbano de pasajeros puesto en operación en más de 20 años en nuestro país; simbólicamente inaugura una nueva etapa en la movilidad urbana, turística y logística, pero especialmente reivindica la calidad de vida de las personas, pues con el pueblo, todo, sin el pueblo, nada.